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Libreta 7a. Pág. 76 – Obra No. 677
En un Romance, como niño y al pie de la
cruz con una súplica llora sus pecados.

Por Eso Estás en la Cruz


Mírame al pie de la Cruz,
Jesús amor, suspirando
(por estar arrepentido
de haberte ofendido tanto)
por dejar miles de besos;
tantos como mis pecados
en esos tus pies divinos
que están por mi amor sangrando.

Mírame al pie de tu Cruz;
pero mira que no alcanzo,
por más que me empine y luche,
(ni a tocarte con las manos!
Es que soy más chico ahora
que lo que era antes; los años
me hicieron niño. Verás:
Porque me otorgaste tantos,
adquirí sabiduría:
la que escuché de tus labios
que es esa Iglesia, Jesús,
con que quisiste obsequiarnos.
Ella, cual madre amorosa,
me dio el consejo más sabio
que pueda darse a los hombres
y que yo, con mi entusiasmo,
tu gracia y mis oraciones,
he logrado practicarlo:
“Si no os volvéis como niños,
mi Reino hallaréis cerrado.”
por eso niño me he vuelto.
Por eso, Jesús no alcanzo
ni a besarte como ansío,
ni a tocarte con las manos.

Pero es que al pie de la Cruz
no estoy solo; que a mi lado
está nuestra santa Madre,
y estamos los dos llorando:
yo mis innúmeras culpas,
y Ella por verte clavado
en este tosco madero.
Mas yo, conteniendo el llanto,
¡Madre, aúpame! Le dije.
¡Que no alcanzo! ¡ Que no alcanzo
a besar esas heridas
que están por mi amor sangrando!
Y Ella, como Madre al fin,
levantándome en sus brazos,
¡hijo, bésalo! Me dijo.
¡Por eso te estoy besando!
Pero, a pesar de estos besos
cordialísimos y tantos
que dejo en tus santas llagas,
arrepentido, llorando,
yo sé bien, Jesús, que nunca
podré borrar mis pecados.
Por eso estás en la cruz.
¡Por eso! ¡Para borrarlos!

José A. del Valle
Miami Spring, 1o. De Marzo de 1979