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Libreta 9a. Pág. 41 – Obra No. 911

Mi San José Obrero

De un San José Obrero
tengo en mi casa
y en un marco dorado,
sublime estampa.
Yo lo venero
y que a Cristo le ruegue
por mí, le ruego.

Con un rostro apacible
me está mirando,
a la par que me tiende
su diestra mano.
Lo miro y pienso:
¿Qué me estará insinuando
con ese gesto?

De la diestra la palma
tiene hacia arriba;
actitud elocuente
del que suplica;
al mismo tiempo
que esa paterna mano
me está ofreciendo.

No sé cómo es posible
que yo no entienda
lo que decirme quiere
tu santa diestra;
lo que pretendes;
le dije. Dime:
¿Pides u ofreces?

-”Las dos cosas a un tiempo”.
Estas palabras
al vibrar armoniosas,
gozosa el alma
vio claramente
junto a lo que me pides,
lo que me ofreces:

Que a Jesucristo siga
fielmente amando;
que de María viva
sobre el regazo,
con la confianza
del niño que en la madre
duerme o descansa,

y que si te obedezco,
a mi reclamo,
siempre habrá de ofrecerme
tu santa mano;
principalmente
en mi hora suprema:
¡La de mi muerte!

José a. del Valle
Miami, 14 de Mayo de 1984