Filósofos, escuchadme.
Estad atentos, científicos.
Sabios, letrados, artistas;
hombres que os créeis con juicio
capaz de ver y entender
de la verdad lo más mínimo,
por creer que de sus predios
tenéis completo dominio...
escuchadme, por favor;
que quiero, amigos, deciros
algo que, tal vez jamás
nada ni nadie os ha dicho.
Quiero que sepáis que toda
vuestra ciencia y vuestro juicio,
si a Dios no tienen por fin,
valen menos que un comino.
Si aprendéis por saber más
y si estudiáis por instinto,
jamás llegaréis a Dios...
¡y Dios es nuestro destino!

Para llegar hasta El
(que es juicio de vuestro juicio
y vida de vuestra vida,)
no tenéis otro camino
que el sendero luminoso,
aunque humilde y estrechito
de ese libro todo ciencia
que se llama Catecismo

José A. del Valle

22/2/1960