¡Démosle la Mano!

Cada vez que tememos que un problema
se nos torne fracaso,
acudimos a Dios y le decimos:
¡Señor, dame la mano!
Y yo no sé si es que hasta El subimos
a impulso de la fe conque imploramos,
o es que El, bajando hasta nosotros,
nos levanta en sus brazos.
Lo que sí sé, porque infinitas veces
lo he experimentado,
que su paz nos inunda y que, dormidos
nos sorprende el favor en su regazo.

El, nada de nosotros necesita
y vemos, sin embargo,
que infinidad de veces nos suplica
que le demos la mano.
Que le demos la mano como prueba
de que somos sus hijos y lo amamos;
de que estamos dispuestos
a darnos, por su gloria, en holocausto.

Señor, continuamente
nos estás suplicando
con ansia tan febril que tal parece
que era muy tuya; que te la han robado
y que no puedes subsistir sin ella,
que te demos la mano.
Que te demos la mano nos suplicas
como aquel que está ya desesperado...
y vemos, con dolor, que muchas veces,
¡Señor, te la negamos!

José A. del Valle
Miami, 2 de Mayo de 1984