Libreta 6a. Pág.117 - Obra No. 523
Romance Heroico en el que usando dos figuras,
que aparentan ser lo contrario, no obstante,
el poeta ve en ellas, del hombre: lo caduco
de sus obras y lo eterno de su alma.

Pero... ¡No!


Esas ruinas que ves y en cuyos muros
el verde musgo y los helechos medran,
son las de un regio alcázar cuyas torres
desafiaron ventiscas y tormentas.
“Tiene que ser eterno”. Se dijeron
los que poniendo piedra sobre piedra,
lograron con su esfuerzo y con los años
coronarlo de innúmeras almenas.
Y, ¿ves el río ese que murmura
y que en besar las ruinas se deleita?
Puede símbolo ser de lo que pasa;
de lo fugaz, y, sin embargo...¡queda!
No han podido los siglos acallarlo
ni poner valladar a su carrera.
Su canción es responso sempiterno
al regio alcázar cuyas ruinas besa.

Símbolo de este mundo es el alcázar,
y lo es el río de las almas nuestras.
Tal parece que el mundo será eterno
y que es rauda y fugaz nuestra existencia.
Pero... ¡no! Nuestro mundo ha de acabarse,
y nuestras almas, porque en Dios esperan,
obtendrán, como premio a su esperanza,
el beso de su Dios: ¡La Vida Eterna!

José A. del Valle

San Juan de Pto. Rico, 4 de Mayo de 1976