Home > Sus Poesías > Poesía Religiosa > A San Antonio de Padua
Libreta segunda. Pág. 139 - Obra No. 108
Sexta Rima y plegaria a San Antonio,
al mismo tiempo que deja traslucir sus
propias experiencias místicas

A San  Antonio de Padua.


¡San Antonio!  ¡San Antonio! ¡ Milagroso misionero!
Repercuta en ti el acento de mi ruego plañidero
y prestándole las alas de tu verbo y de tu amor,
transformadlo en la paloma virginal de la plegaria,
que, con vuelo prodigioso, mi inquietud humanitaria
deposite en el estrado luminoso del Señor.

Que estas bélicas contiendas saturadas de rencores,
de miseria, de terribles y diabólicos horrores
en que torpe se debate la afanosa humanidad,
desparezcan para siempre, de los lindes del planeta,
a las notas sacrosantas de la mágica trompeta
que preludia la victoria de la gracia Caridad.

Que los hombres (mis hermanos) ante el ara del Dios-Hijo
y abrazados amorosos al divino Crucifijo,
abominen del pecado, del demonio y la pasión,
y que sientan, San Antonio, como yo los he sentido,
los abrazos y los besos que de amor encandecido
prodigóme tantas veces el Divino Corazón.

Y que todos, bajo el palio celestial de la fe pura,
marchen firmes y serenos, con los ojos en la altura,
desafiando los embates de esta vida-tempestad,
para ser por siempre dignos, de la muerte en la bonanza,
de gozar como tú gozas, de la eterna venturanza,
que es la vida de las almas, ¡que es la vida de verdad!

¡ San Antonio! ¡ San Antonio! ¡Milagroso misionero!
Repercuta en ti el acento de mi ruego plañidero,
y prestándole las alas de tu verbo y de tu amor,
transformadlo en la paloma virginal de la plegaria,
que, con vuelo prodigioso, mi inquietud humanitaria
deposite en el estrado luminoso del Señor.

José A. del Valle

4 de Junio de 1935