Libreta 8a. Pág. 165 – Obra No. 864
Invocación al Espíritu Santo en una Silva, a favor de las almas Sagrario

Eres Tú


Presta oído, Señor, a mi ruego:
¡Baja a todos, Espíritu Santo!
¡Baja, fuego de amor, a las almas
para hacer de la tierra un cenáculo!
Torna todas las almas en flores
de corolas que al cielo mirando,
como lluvia fecunda reciban
de tu luz los beatíficos rayos.
Y no temas jamás que se quemen,
Espíritu Santo,
porque en vez de quemar, refrigeras.
Si vivo clamando
porque bajes a todas, ¡a todas!,
es porque me has dado
a probar con extático gozo
el sabor de tu amor sacrosanto.

Me asaltó de momento una duda
que hace rato me tiene pensando
que si Tú eres amor, luz y vida,
las tres cosas a un tiempo, DiosSanto,
y no tienen las tres otro anhelo
que expandirse, quien vive clamando
por bajar a las almas, no es otro
que Tú mismo, que oculto y velado
en aquellas que tienen la dicha
de gozar de tu amor sacrosanto,
en ellas y a ellas,
vivientes sagrarios
que un día besaste
con tu beso de fuego sagrado,
con místico arte
les vas insinuando
que te pidan que bajes a aquellas
que los sucios negocios mundanos
en tan lóbrega noche las sumen
que no dan hacia el cielo ni un paso.

Ahora veo porqué está la mía
con ardor incesante clamando:
¡Baja a todas las almas; a todas,
Espíritu Santo!
Porque Tú estás en ellas, Dios mío,
abrasado en amor, suspirando
por hacerlas a todas, ¡a todas!
¡un vivo sagrario!

José A. del Valle
Miami, 25 de Sep. de 1983