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Libreta 6a. Pág. 177 - Obra No. 557
Describe lo que S. Francisco de Asís llamó
“la perfecta alegría” y la compara con la mundana,
esperando de Dios que estos un día
encuentren y gocen “la perfecta alegría”

Distintas Alegrías


Aunque llamamos valle de dolores
a este que atravesamos en la vida,
no todos nos quejamos; muchas almas
rebosan alegría.
Pero no en todas ellas, por desgracia,
la fuente de su júbilo es la misma:
que las hay que se ríen y se alegran
porque el cuerpo lo excitan
con chistes indecentes,
fumando marihuana,
saboreando alcohólicas bebidas,
con turbios pensamientos de lascivia,
con miradas procaces,
y viendo pornográficas revistas.
Su alegría es diabólica; de nervios.
(!Alegría ficticia!

Y las hay que por puras y por castas,
humildes y sencillas,
a Dios lo ven en todo:
no sólo del infante en la sonrisa
y en el mar y en el cielo y en el campo,
sino hasta en esos trances de la vida
con que a veces a prueba nos somete
la suprema Justicia.

El dolor, para el alma que a Dios ama,
se le torna caricia.
En cambio, a la mundana y licenciosa,
el más ligero roce la lastima.
Con razón a esa paz que el alma siente
cuando al dolor le da la bienvenida,
le llamó nuestro Padre San Francisco
la perfecta alegría.

Como todo es posible,
y de Dios la bondad es infinita,
¿quién duda que esas almas
de alegría ficticia
y que no ven a Dios como esas otras
de perfecta alegría,
por herirlos el dardo de la pena,
que tanto purifica,
al través del cristal de amargas lágrimas
lo puedan ver un día?

José A. del Valle
San Juan de Pto. Rico, 19 de Oct. de 1976