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Libreta 8a. Pág. 118 – Obra No. 837
En Romance describe las noches en el desierto del
Sahara y de ello saca una imagen aplicada al alma

Desiertos Espirituales


Cuentan que el Sáhara gime
aun en las noches tranquilas,
porque los granos de arena
levantados por la brisa,
al chocar unos con otros,
como si en la lejanía
se quejase alguna fiera
que fuese de muerte herida
es lo que escucha el viajero.

No hay tal fiera, dice el guía:
Lo que ocurre es que el desierto
con hondo dolor suspira
y llora por los vergeles
llemos de verdor y vida
y por los fértiles campos
que tuvo en mejores días
y que ha perdido al quemarse.
¡Honda y terrible es su cuita!

Esta morisca leyenda
que creó la fantasía
del árabe del desierto,
es, realmente, muy bonita,
y encierra santa enseñanza
si a nuestras almas se aplica:

Como el Sáhara que gime
porque perdió su alegría
y hoy es árido desierto
porque se le fue la vida,
así las almas aquellas
que en Dios creyeron un día;
que fueron bellos vergeles
de celestiales delicias,
y que, porque en dura prueba
a que fueron sometidas
no supieron aceptar
de la voluntad divina
los designios, detestaron
de quien es Amor y Vida...
hoy son eriales formados
por las infernales iras;
espirituales desiertos
de una tristeza infinita,
que como el Sáhara lloran,
aun en sus noches tranquilas,
porque ya no mora en ellas
de Dios la Santa Alegría.

José A. del Valle
Miami, 3 de Junio de 1983