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Libreta 6a Pág. 90 - Obra No. 503
Una Silva en la que expresa su anhelo interior de
retiro en el claustro para meditar la Palabra de Jesús,
con el deseo que de esto se deriva.

Haz un Claustro, Jesús, del Alma Mía


Quiero escapar del mundanal bullicio
¡y hundirme en el silencio!
No en el mudo silencio que gravita
sobre la inmensa soledad del yermo;
que hay que ser un asceta
para querer y soportar su peso.
Quiero el silencio de los claustros; ese
que es remanso de paz en el que puedo
recrearme escuchando
aunque fueron vertidas hace tiempo
por los místicos monjes,
que además de estudiarlas las vivieron,
las palabras de Cristo: que los claustros,
por no sé qué misterio,
las guardan amorosos
y resuenan en ellos
para deleite de las almas puras
que van del ruido mundanal huyendo.

Haz un claustro, Jesús, del alma mía
y dale de los claustros el silencio;
que quiero que tu voz en él resuene
y, a manera de un eco,
repetirselas al mundo
para ver si con ella lo despierto.

José A. del Valle

5 de Abril de 1976