A Cuba

La cubanidad de José Andrés del Valle está, tan a flor de piel como lo está en lo más profundo de su corazón. Ama a Cuba con un amor sagrado; es el amor a la patria que lo vio nacer, crecer, en la que se enamoró y de la que también vivió enamorado.

El exilio para él fue como la separación impuesta y obligada de la novia. Es entonces que al vibrar su piel y su corazón sentirse lacerado, le brotan las Gotas, que son  lágrimas, con las que desahoga la opresión de ese, su corazón.

Le oprime, sí, la separación obligada, pero más aun le oprime el ver derramarse en el patrio suelo como un río de aguas putrefactas, el odio y con este, la serie de pasiones que envilecen al hombre: las traiciones, las envidias y todo cuanto aleja a los hermanos de los principios y sentimientos cristianos como es el Amor.

Observará que algunas de las poesías que aquí aparecen no tienen a Cuba como tema principal, pero las he incluido porque en ellas aparece expresado ese deseo ardiente con el que José Andrés del Valle siempre soñó: Una Cuba en la que Cristo, Monarca Ideal, llegara a ser el Rey de todos los corazones.

"Remando y Rezando" abre elocuentemente esta sección, lanzando un grito de salvación por boca de la Madre del pueblo cubano: La Virgen de la Caridad del Cobre.