Al Cielo, Jesús, Subiste

Al cielo, Jesús, subiste
después que resucitaste,
y en la tierra te quedaste
por un milagro que hiciste.
Lo hiciste porque quisiste
que tu grata compañía
hiciese un diáfano día
de nuestra turba existencia,
con la santa refulgencia
del sol de la Eucaristía.

Y veo que fue el amor
y sólo el amor, Dios mío,
el que rindió tu albedrío.
Y veo también, Señor,
con tristeza y con dolor,
que en el sagrario, impaciente
suspiras inútilmente
porque el ateo, el ingrato,
el procaz y el insensato
bajen ante Ti la frente.

Pero ante el sagrario estamos
reparando la torpeza
de tanta torpe cabeza...
los que en relidad te amamos,
los que Dios te proclamamos;
y al que con desdén te olvida,
con el alma enardecida
le decimos: ¡Oye, necio!
Trueca en amor tu desprecio...
¡y adóralo, que es la Vida!

José a. del Valle
Miami, 6 de Abril del 1986