Épic. y Míst. Pág. 119 - Obra No. 50
Semblanza Espiritual de si mismo.

¡ VENID !

Una semilla pequeña
de amor, me cayó en el alma;
la trajo en su casto pico
una paloma muy blanca;
la paloma candorosa
de la santísima gracia.
Mas, no con sembrarla sólo
contentose, y en cuidarla
puso todos sus desvelos
y sus artes y su magia.
La celestial Jardinera
me pidió para regarla
la lluvia fecundativa
de mis no vertidas lágrimas.
Transformose con el riego
la semilla preciada
en una tierna plantita,
gallarda, esbelta, lozana;
pero los años corrieron
y de las huertas cercanas,
de los eriales del mundo,
de las infernales granjas,
trajeron tantas ortigas
y punzadora cizaña,
que languidecer hicieron
mi tierna preciada planta.
Clamé por la Jardinera;
corrió y me dijo: prepara
con el acero punzante
del sacrificio, una azada.
De la oración con el fuego,
del corazón en la fragua,
de la paciencia en el yunque,
con el martillo del ansia,
forjé el apero valioso
y...¡Aquí la tenéis, tomadla!,
le dije a mi Jardinera
postrado a sus reales plantas.
Desde entonces no ha podido
trasponer más la cizaña
de mi huerto los umbrales;
desde entonces es mi planta
un árbol tan corpulento,
de tantas hojas y ramas,
de tan exquisitos frutos
y de florecillas tantas,
que clamo desde mi huerto:
¡almas que pasáis, hermanas,
venid, entrad, que aquí os tengo
dulce sombra reservada
para que os holguéis en ella
el tiempo todo que os plazca!
Venid, venid a mi huerto,
mis carísimas hermanas;
que suspira por vosotras
del árbol entre las ramas,
para ofreceros los frutos
que con ansias cosechara,
la celestial Jardinera
de la santísima gracia.
Venid, venid que mi Amiga
presidirá nuestras charlas.
¡Cuánta quietud, cuánto gozo,
cuánta paz y dicha cuánta
se derramará en nosotros
al cubrirnos con sus alas
la paloma prodigiosa
de la santísima gracia!
¡Venid, venid a mi huerto,
mis carísimas hermanas!

José A. del Valle