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Lib. 3a. Pág. 17 - Obra No. 146
Romance con un símil y con el  que nos
demuestra cómo la pequeñez nos acerca a Dios

Circunferencias  Concéntricas


Trescientos sesenta grados
tiene la circunferencia.
Lo mismo si es pequeñita
como lo es una peseta,
que si es grande como es grande
el Ecuador de la Tierra.
Esto lo sé desde niño;
y hoy me demostró la Iglesia,
(esa Cátedra infalible
de la más preciada ciencia)
que las almas, para Dios,
lo mismo las más pequeñas
que aquellas que el mundo tiene
por grandes y gigantescas
tienen el mismo valor
porque son circunferencias
en cuyo centro está El
(por eso somos concéntricas)
usando el compás divino
con que nos da la existencia.
Algunas hay infatuadas
que quieren hacerse inmensas
y por alargar su radio
se alejan de tal manera
de Dios, que al no percibirlo,
de que exista no se acuerdan.

Procura, pues, alma mía,
ser pequeña, muy pequeña.
No agrandes jamás tu radio
para hacerte gigantesca;
que si Dios está en el centro,
mientras más pequeña seas
más cerca estarás de Dios;
y estando de Dios más cerca,
podrás bañarte mejor
en las luces de su ciencia
y gozar desde el destierro
su beso de paz eterna.

José A. del Valle

Madrid 29 de Junio de 1961