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La  Prosa

Introducción


José Andrés del Valle destacó y fue más conocido en el arte poético, pero en la prosa , aunque de forma algo desapercibida durante su vida, también fue notable.

Muchas fueron las Conferencias mientras estuvo como formador de los Caballeros Católicos en la Unión 105 de su Parroquia de Monserrate en La Habana, y en otros pueblos de Cuba a donde se le solicitó para la misma misión. Con igual propósito, y alternándolas con poesías, también impartió charlas en ocasiones especiales, para la Acción Católica de la que fue miembro bien activo.

Escribió Ensayos y Reflexiones personales, las más de ellas escritas durante el exilio que le tocó vivir repartido entre España, New Jersey, República Dominicana, Puerto Rico y por último en Miami donde murió.  En el exilio su labor apostólica la desarrolló especialmente entre los Cursillistas de Newark y Paterson, en New Jersey, de los que también fue miembro activo.

Aunque ejerció estos apostolados específicos la mayor parte de sus obras fueron escritan en el retiro privado de su hogar.  Así nos fue dejando entre poemas y ensayos su herencia que como una estela preciosa le fue  acompañando y creciendo durante toda su vida, desde su temprana juventud hasta los 84,  en que fue llamado por el Padre a Su Reino.

Sí, su herencia la veo como "estela" bien caudalosa que nos esparce su luz como brillo, propio de los dones con que Dios lo dotó. Dones que resumimos en un Amor a Dios por sobre todas las cosas y a Su Iglesia de la que fue hijo convencido, amante y fiel; y ese, su amor entusiasta y alegre, lo desbordaba hacia sus semejantes.

Comenzamos esta sección con estas "Consideraciones", su primer trabajo en prosa que hemos recogido, que son desahogos íntimos, fruto de unos Ejercicios Espirituales Ignacianos hechos por los años 40 en La Habana y ya casado. Aquí se perfila, entrado ya en sus 30, el cristiano que fue, con un llamado claro a la santidad y con una vocación definida al apostolado.

Estas son sus reflexiones, los afectos íntimos de su corazón y sus conclusiones. Lo presentamos como herencia y estímulo de cuantos lo lean, teniendo en primer lugar a sus descendientes: sus hijos, sus nietos y los hijos de sus nietos, no importa la generación, igual que a sobrinos y demás familia; así como a los que en vida de él disfrutaron de su amistad y también para herencia y enriquecimiento de cuantos lo lean.

Animamos al lector a seguir aprovechando y disfrutando, para deleite de su espíritu, de esta su obra y herencia. Y con ella, alabemos al Señor!