Libreta 4a.  Pág. 201 - Obra No. 395
En un Romance ante el Pesebre de Belén describe la
escena y se ve él mismo que humilde y contrito va
menguando hasta verse convertido en un niño junto al Niño

Prodigio


Está sentada la Virgen,
está en el pesebre el Niño,
y está San José cuidando
con el más celoso cuido,
no vaya el buey o la mula
(irracionales testigos
de la celestial escena
que es asombro de los siglos,
y que están, aunque animales,
absortos ante el prodigio)
por acercarse al pesebre,
en el rostro del Dios Niño
a dejar el ácuo beso
de sus mojados hocicos.

Y estoy yo también absorto
y frente al pesebre, erguido,
con la mente y con los ojos
contemplando aquel abismo
de humildad al que bajaste
por nosotros, Jesucristo.
De la emoción bajo el peso;
por la contrición rendido,
voy la cerviz inclinando;
voy doblando, sin sentirlo,
las rodillas... y al fin, caigo
postrado ante Ti, Dios mío.

Ya de rodillas, contemplo
que algo me iguala contigo:
Estaba en pie no hace mucho
y al arrodillarme he visto
que ha mermado mi estatura:
¡Soy más chico!  ¡Soy más chico!
La humildad, igual que en Ti,
en mí realizó un prodigio:
Al igual que a Ti, mi Dios,
logró transformarme en niño.

José A. del Valle

San Juan de Pto. Rico, Navidad de 1969