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Poesía Evangelizadora

Introducción

La verdadera vocación cristiana tiene el llamado a la Evangelización. Así las últimas palabras de Jesús antes de subir al cielo fueron:  "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; id, pues; enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto Yo os he mandado, Yo estaré con vosotros siempre hasta la consumación del mundo." (Mt. 28: 18-20)

Este llamado al apostolado fue la gran vocación de José del Valle y lo desplegó como formador en los Caballeros Católicos en la Unión 105 de La Habana, entre los Cursillistas, como Caballero de Colón y entre sus amigos, y con cuantos a él se acercaban. Fue dotado por Dios con el don de la poesía, forma agradable de tirar la semilla por cuantos campos pasó.

Esta Sección: Poesía Evangelizadora de José A. del Valle, es una extensión de su Poesía Didáctica, por cuanto, todo lo que se ha dicho en aquella Introducción, aplica en esta, la Evangelizadora. Como también aplicaría a toda las diversas secciones de su obra literaria, puesto que, no hay poesía, ni siquiera las patrióticas o las de ocasión, que no transpire su celo por la salvación de las almas.

Valga para lo dicho estos sus versos que aparecen en:

Libreta 10a. Pág. 122 – Obra No. 1066

La Palabra Es Sagrada


“Si la poesía no sirve para hacer mejor al
hombre, no sirve para nada”.  León Felipe.

La palabra es sagrada, poeta.
La palabra es sagrada. ¡Sagrada!
Es el verbo de Dios que en tu pluma
y en tu boca palpita, y aguarda
a que vengan las almas sedientas
a nutrirse en sus linfas de gracia.
¡La palabra es sagrada, poeta!
Si te dieron el don de expresarla
con ritmo y cadencia
para hacer que seduzcas las almas
y a beber en tus versos acudan
por saciar de belleza las ansias,
no defraudes jamás sus anhelos
con nefandas y huecas palabras.
La palabra sin vida, marchita,
vacía, sin alma;
la palabra que veas carente
de ideal y vital eficacia,
no la estampes jamás en tu verso,
que lo enerva, lo enloda y degrada.
Pon tu vida en tu verso, poeta.
Cada verso que arranques del alma
debe estar saturado de vida,
de amor y de gracia.
De esa gracia que el cielo a torrentes
en las almas piadosas derrama.
Si la mano de Dios generosa,
dicha y paz con amor nos regala
y se vale de manos piadosas
para regalarlas,
hazte mano de Dios con tus versos
esos dones llevando a las alma;
que de dicha  y de paz están muchas
sedientas y faltas.
Haz que sea tu verso riachuelo
de límpidas aguas
con que aplaques la sed y arideces
de innúmeras almas.
Si tu verso es tan vacuo e insulso
que no dice nada;
si no tiene ni ritmo ni rima
ni esbelta elegancia
ni un rayito de luz de los cielos...
En una palabra:
si tu verso no tiene, poeta,
divina eficacia...
¡Preferible es que tengas la lira
de un clavo colgada!

Miami, 27 de Agosto de 1986