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Libreta 3a. Pág. 303 - Obra No. 270
Romance en el que reflexiona sobre la gran
diferencia que hay entre los dolores de Cristo
en la Cruz y los de Dimas y Gestas; y cómo
aprender de ellos cuando nos toca sufrir.


Tres Dolores


Hombre que en la tierra sufres,
contempla el Monte Calvario.
En su cima milenaria
tiene tres crucificados.
Uno es Dios, que se hizo hombre
y se ofreció en holocausto
con la intención amorosa
de darnos vida y salvarnos.
Los otros dos son ladrones
justamente sentenciados:
Dimas, de labios prudentes,
y Gestas el deslenguado.
Hay en los tres moribundos
dolor acerbo y amargo.
Es redentor el de Cristo,
de todo el género humano.
Es el de Gestas motivo
de condenación y escándalo,
por estar de rebeldía,
odio y rencor saturado.
Mientras que el de Dimas es
tan reparador y santo
y salvador por estar
humildemente aceptado,
que con él, el buen ladrón,
un robo más perpetrando,
esta promesa a Jesús
logró arrancar de los labios:
“Hoy mismo en el Paraíso
habrás de estar a mi lado”.

¡Cuánto dicen las tres cruces
que tiene el Monte Calvario!
Nos dicen que Jesucristo
quiso, sufriendo, salvarnos.
Nos dicen que es el dolor
consecuencia del pecado.
Nos dicen que los ladrones
que están con Cristo penando,
son un símbolo elocuente
de todo el género humano.
Y aún más que las cruces, Cristo
está en la suya exclamando:
“No reneguéis, pecadores,
cual Gestas el condenado,
cuando el dolor, merecido,
os lacere como un dardo.
Haced lo que Dimas hizo:
sufrirlo, considerando
que debéis, como castigo,
humildemente aceptarlo.
Si así lo hacéis, yo os prometo
que habréis de ser perdonados:
¡Lograréis robarme el cielo
cual Dimas en el Calvario”!

José A. del Valle

Paterson 26 de Dic. De 1963