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Libreta 4a.  Pág.203 - Obra No.396
En Romance idea una parábola moderna en la
que el alma es un televisor donde el Sagrario
se proyecta e interactúa con el alma

Modernísima Parábola


Nota del autor: Lector, este poema no es todo fantasía: Está basado en estas palabras que copio de la Obra “De la Eucaristía a la Trinidad”, del P.M.V. Bernadot, O.P.: “La Teología Católica da el nombre de Misiones Divinas Invisibles, a uno de los más profundos misterios de la Religión. Cuando el alma está en gracia de Dios y lleva a cabo, aunque sea cada minuto, un acto que aumente su caridad, la adorable Trinidad se derrama en ella y la inunda con nuevas olas de luz y de amor.”

Soltó Cristo en Palestina,
como si desparramara
luz de aurora, resplandores
y claridades del alba,
la linfa lúcida y dulce
de su divina Palabra.
Y fomáronse con ella,
como por arte de magia,
las mensajeras palomas
de sus sencillas parábolas,
mensajeras celestiales
de su amor y de su gracia.

Tiene el Reino de mi Padre
admirable semajanza
con una porción pequeña
de levadura en la masa...
Es el Reino de los cielos
como una red fuerte y amplia
que toda clase de peces
recoge y saca del agua...
Es el Reino de mi Padre
como un grano de mostaza
que a pesar de lo pequeño
se transforma en una planta...
¡Qué sencillas las ideas!
¡Qué sencillas las palabras!
Es que eran también sencillos
los hombres que lo escuchaban.

Si otra vez bajases, Cristo,
a esta terrenal morada
(y lamento que no bajes;
que en verdad nos haces falta,
a pesar de que tu Iglesia
ni desiste ni descansa
de repetirle a los hombres
tu mensaje de esperanza)
si otra vez bajases, Cristo,
forjaría tu Palabra
esta, a la par que sencilla,
modernísima parábola:

“Es el Reino de los cielos
semejante a la lograda
televisión; ese premio
a vuestro estudio y constancia.
Es el sagrario emisora
con la que el amor me irradia
y son los televisores
vosotros. ¡Sí, vuestras almas!

Así como la estación
al eter la imagen lanza,
así también, del sagrario
mi dulce imagen se escapa.
Se escapa amororsa y tierna
porque me consume el ansia
de estar siempre con vosotros;
de morar en vuestras casas;
de daros mi eterna vida,
que es vida de vuestras almas.

Pero si un televisor
se descompone o se daña,
imposible es que la imagen
se proyecte en la pantalla.
Si, por desdicha, hijos míos,
perdéis mi amistad y gracia,
si la mancha del pecado
os deslustra, u os opaca,
no esperéis que el rostro mío
se refleje en vuestras almas.

Hombres del veinteno siglo
que mostráis con arrogancia
los progresos que en la ciencia
vuestra razón conquistara;
más que a ese televisor
que tenéis en vuestras casas
y que cuidáis con esmero
porque os distrae y solaza,
debéis cuidar reverentes,
del televisor del alma.
Ese que amoroso busco
con mil impacientes ansias.
Ese en que podemos vernos
y conversar cara a cara.
Ese en que, mientras os hablo
como en vuestra propia casa,
con el amor infinito
que palpita en mi Palabra
os voy en Mí transformando;
os voy entregando el alma
hasta que mostréis radiantes,
con colores de alborada,
con fulgores de la gloria
e irisaciones de nácar,
de la Trinidad augusta
la imagen tres veces santa”

José A. del Valle

San Juan de Puerto Rico, 19 de Enero de 1970