ALEGRÍA  CRISTIANA

Yo no nací para llorar; si he sido
por mi buen Dios creado,
y porque ha sido de su santo agrado
que en la grey de Jesús haya nacido,
el inefable don de la existencia
que amante y bondadosa
me otorgó la divina Providencia,
no esperéis, no, que con lloroso canto
lo profane mi lira religiosa;
tan religiosa como esquiva al llanto.

Que lloren otros bardos sus dolores,
  el triste su tristeza y su desvelo;
yo cantaré al Amor de los amores
cual le cantan las aves y las flores
bajo la comba colosal del cielo.
Yo cantaré la plácida armonía
que ante mí se desgrana y me circunda;
la cristiana, dulcísima alegría
que al alma mía sin cesar inunda.

Si canta el ave; si la brisa canta
cuando con beso rumoroso y suave
acaricia amorosa
la mejilla-esmeralda de la planta...
si toda flor levanta
un himno en las espiras del perfume
que para Dios con ansias elabora
y para Dios, extática, consume...
si va el arroyo prodigando amores,
en la canción alegre que sus ondas
entonan a las flores
que nacen al abrigo de sus frondas...
si van los astros su canción rimando
por el mar insondable del espacio
desde que Dios les señaló el camino...
si en el palacio azul del universo
a todo aguarda tan feliz destino
que cada acento se convierte en trino
y cada trino en perfumado verso
que asciende al trono del Autor Divino...
no seré yo quien perturbar pretenda
con las notas discordes de mi llanto,
este poema universal y santo
que al cielo sube cual preciada ofrenda
porque la gloria del Señor lo inspira;
!antes prefiero que mi tosca lira
al fondo oculto de la mar descienda!

José A. del Valle