Lib. 5a. Pág. 41  -  Obra No. 414
Romance en el que, en un diálogo con su nietecita,
le enseña a contemplar la naturaleza y así poder
leer un libro, escrito y rubricado por su propio autor: Dios

LEYENDO


A la orilla de un lago apacible
tengo mi vivienda.
Estoy solo en el patio mirando
del lago tranquilo las aguas serenas,
y paseo por ellas la vista
porque quiero gozar la belleza
de las ondas que forman los peces
al mostrar sus doradas aletas.
Estoy solo en el patio bebiendo
la luz de la tarde que el lago refleja,
y con paso muy quedo, muy quedo,
se acerca mi nieta
y me dice al oído: Abuelito,
¿qué miras? ¿Qué observas?
-Ni observo ni miro;
que estaba leyendo, querida Violeta
-¿Leyendo? ¿Qué libro?
-”La Naturaleza”.
-Ese libro por Dios rubricado.
Ese libro que nunca se cierra
porque quiere su Autor que los hombres,
de día y de noche, sin prisa ni treguas,
meditando en sus páginas áureas,
sin perdernos siquiera una letra,
mantengamos el alma extasiada
con la luz de su eterna belleza.

José A. del Valle