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Libreta 10a. Pág.140 – Obra No. 1082
A un admirable pintor cubano, a la vez que
vecino y buen amigo suyo

A mi Dilecto Amigo Augusto Preciado,

al regalarme una foto de su bello cuadro titulado “lóbrega noche cubana”      

 

¡Gracias, Augusto Preciado,
por la foto que me diste
del rincón que concebiste
de nuestro terruño amado!
Con un pincel inspirado
en la sublime belleza
con que la naturaleza
siempre lo adornó, lo visto
tal como hoy está: muy triste.
¡Sumido en honda tristeza!

En tristeza nocturnal.
El rayo raudo lo cruza,
y lo cruza la lechuza
agorera y funeral.
La luna, como un fanal,
en el horizonte brilla
con luz mustia y amarilla,
porque ve, con desconsuelo,
llorar la tierra y el cielo
de nuestra añorada antilla.

Veo que en tu cuadro aflora,
a pesar de su tristeza,
la arcangélica belleza
de un niño que gime y llora.
Es porque dejó la aurora,
antes de marchar, su huella.
No importa que ni una estrella
brille en esa oscuridad.
Siempre, tras la tempestad,
surge la tarde más bella.

Tu pincel y tu paleta
lograron darle al paisaje,
a pesar del negro traje,
la placidez de un asceta.
Con gratitud el poeta
te abraza y dice: ¡Confía!
De la Cuba tuya y mía
no será eterno el gemir.
¡Ya la veremos reir
igual que antaño reía!

José A. del Valle
Miami, 7 de abril de 1987