Ép. y Míst. Pág. 43 - Obra No. 8
Fantasía Lírico Infantil

Noche de Reyes

A mis hijos

La cansada caravana que a Belén llegara un día
con simbólicos presentes para el Niño que nacía
sobre el heno de un pesebre
para darnos santo ejemplo de humildad,
como todos los Eneros
ha tornado, de metálicos juguetes tan repleta,
que parece ser la cola del más fúlgido cometa
que rasgando va pausada la callada oscuridad.

Con el paso lento y firme cual si fuesen
por inmensos arenales;
y sufriendo el duro peso que gravita en sus jorobas colosales,
los flemáticos camellos
van cruzando,
de las fúlgidas estrellas a los pálidos destellos,
por las tierras donde duerme
su impaciencia codiciosa la simpática Niñez;
la pequeña, que esperando
se ha pasado todo el año de los Magos generosos el regreso,
porque aún guarda en sus entrañas el encanto de aquel beso
que al nacer le dió en la frente la hechicera Candidez.

Ahora un río, luego un valle, más allá vasta llanura
que aplastara aún más la noche con su grávida negrura;
y una serie de montañas, y ciudades tras ciudades,
los fantásticos camellos de más pródigas edades
soñolientos y cansinos van dejando todo atrás.

Ya está aquí la caravana:
Ya los Reyes ordenaron a sus múltiples esclavos
el reparto de bombones
y mil otras confituras y juguetes a granel;
y... hay que verlos,
temerosos de que logre la mañana sorprenderlos,
cómo ganan los balcones
con las mágicas escalas del más mágico cordel

Van dejando en los zapatos de los niños ya dormidos
(cual si fuesen comerciantes despachando los pedidos)
todo cuanto a los pequeños, les dictara el corazón;
mas, ¡ay!, pobre de los niños que velaron y velaron
y velando no apartaron
los ojitos del postigo;
para esos, en castigo,
ni el más mínimo bombón.

Ya se va la caravana;
ya se va; que la mañana
viene a pasos de gigante por quererla descubrir.
¡Cuán inútiles amagos!
Los tres Reyes del Oriente son tres Magos
y la magia de los Reyes no lo puede permitir.

Ya va el último camello
trasponiendo el horizonte de Occidente,
cuando Aurora, con el arco rutilante de su frente
la primera de sus flechas va a tirar;
y es entonces que la tropa de chiquillos, ya despierta,
los tambores y cornetas que los Reyes le dejaron
bate y toca sin cesar;
bate y toca sin medida,
dando alegre y cariñosa y elocuente despedida
 a los pródigos viajeros
que tan magos y hechiceros
se “mostraron”al pasar.

¡Oh! ¡Qué estela de inocente algarabía,
de infantiles entusiasmos y de cándida alegría
el cortejo ultrasilente
de los Magos del Oriente
nos dejó!
Pero aún es mayor el gozo
y entusiasmo y alborozo
que a los Cielos infundió:
que los ángeles, atentos a la alegre Epifanía,
ver pudieron que Inocencia, no se ha ido todavía
de esta Tierra
que la guerra
con su saña enrojeció.

José A. del Valle
Enero, 1941