Ép. y Míst. Pág. 77 - Obra No. 22
Fantasía Lírica
                                  

Las Dos Rosas


En el Día de las Madres

Madrugué esta mañana de Mayo
porque hiriome en la frente la flecha de un rayo
de sol;
y sentí penetrar por la herida
un torrente de cálida vida
en los besos del tibio arrebol.

Al dejar presuroso mi estancia
me envolvió con sus alas sutiles la suave fragancia
que pródigamente me ofrece un jardín.
Deambulé por su ambiente sereno
y hallé rosas preciosas,
hermosas,
de colores y tonos sin fin.

Una hallé que robole a la aurora
en la dulce quietud de esa hora,
la púrpura regia que ostenta orgullosa su frente gentil;
y otra hallé del color del armiño,
que robole también a la aurora con gracia de niño
sus tesoros de perlas y nácar y blanco marfil.

Y a la roja le dije: Encarnada,
hoy serás de tu rama arrancada
y prendida a un ojal como emblema
de una madre que vive afanosa,
tu roja corola mejor lucirás.
Y a la blanca le dije: Blanquita,
sobre el pecho de casta niñita
simbolismo y emblema y recuerdo
de una madre que ha muerto serás.

Y miradlas mostrar sus encantos...
y perderlos, no obstante ser tantos,
a los golpes que en tiernos latidos les da el corazón;
y ofrecer el perfume preciado,
para ser por la magia de Amor transformado
en la nube ligera, sutil e impalpable de santa oración.

José A. del Valle

Nota: Era tradición en Cuba en el Día de las Madres, lucir al pecho tanto hombres como mujeres, una rosa roja aquellos cuyas madres aun vivían y una rosa blanca los que ya la tenían muerta.