A mi Bisnieta Eva Cristina

con motivo de su visita a Miami

Eva Cristina hasta Miami
vino desde Puerto Rico
para conocerme. Es ella,
además de un angelito,
mi mayor bisnietecita.
Tiene dos años larguitos.
No puede aun explicarme
cómo le habré parecido.
Yo pienso que pensaría:
¿Y quién será este viejito?
Es amable, cariñosa,
y me demuestra el cariño
que en dos días ya me tiene,
dándome tiernos besitos.

Tiene por la CocaCola
lo que se llama...¡delirio!
Come muy poco; tan poco,
que no exagero si digo
que en lo que en un día come,
se lo come un pajarito.

Como todo niño tiene
sus gustos y sus caprichos.
A las sábanas les llama
(yo no sé por qué motivo)
“azul”. Y a una que tengo
con dibujos amarillos
y a la que ella llama azul,
le ha tomado tal cariño,
que se pasa largas horas
sobre ella...¡y en el piso!

Como los días son raudos
como las aguas de un río,
éstos que conmigo ha estado
en un santiamén se han ido.
Y fue más rauda la fuga
de los días, porque ha sido
mi hija Carmen quien la trajo,
y además, a Alejandrito,
uno de mis tantos nietos.
¡Grande es, pues, mi regocijo!
¡Son cuatro generaciones
las que Dios ha permitido
que felizmente se abracen
de mi morada al abrigo!

La despedida se impone
porque el retorno es preciso.
Con besos mil me despiden;
con otros mil los despido.
Otro le doy en la frente
a Eva Cristina y le digo:
Te doy en la frente un beso
con el alma, porque ansío
que no olvides, mi bisnieta,
al llegar a Puerto Rico,
darle a Beatriz y a tus padres
de mi parte, unos besitos.
Y tú recibe con éste
que en tus mejillas imprimo,
mi bendición. Mi bisnieta...
¡Con el alma te bendigo!

José A. del Valle