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Libreta 3a.  Pág. 211 - Obra No. 246
Romance místico en el que expresa la dicha
que siente al percibir que Sta. Teresa le habla
y le compara con el árbol que él contempla.


Primavera Espiritual


Hoy, 28 de Marzo,
día en que Santa Teresa
en los predios abulenses,
contempló la luz primera,
contemplo yo con asombro,
todas en flores cubiertas,
las ramas de árbol añoso
que a modo de centinela
se yergue frente a mi casa
y dulce sombra le presta
cuando del verano el sol
nos agobia y nos lacera.
Hoy está el árbol sin hojas:
del invierno la tormenta
tronchóle con sus cuchillas
tan filosas como gélidas,
las verdes y frescas galas
que en la anterior primavera
con maternal regocijo
le prestó Naturaleza.

Hoy está el árbol sin hojas;
pero aunque le faltan éstas,
me están sus flores diciendo
que aún queda vida en sus venas.
Me están diciendo tus flores,
árbol añoso: ¡Despierta!
¡Sacude el sueño, buen hombre,
que llegó la primavera!

Yo también siento, buen árbol,
que hay una vida secreta
dentro de mí, que me impele
con irresistible fuerza,
a pesar de mis inviernos,
(que pronto serán sesenta)
a florecer; a llenarme
de flores de tal realeza,
que no podrán cercenarlas
ni marchitarlas siquiera
con sus invernales soplos
de la vejez la tormenta.
Flores nacidas al beso
de espiritual primavera:
por eso son prodigiosas;
por eso serán eternas.
Flores que son para Dios
porque es Dios quien las anhela
Flores de esencia tan pura,
que es el propio Dios su esencia.
Flores que hoy ante el Sagrario
y a la sombra de la Iglesia,
vigor y vida cobraron
porque cayeron sobre ellas
fecundantes bendiciones,
gracias, carismas y fuerzas
conque, por ser hoy el día
en que vio la luz primera,
con regocijo de madre,
me obsequió Santa Teresa.

José A. del Valle
Paterson, 28 de Marzo de 1963
Día del nacimiento de Santa Teresa.