Cuida Como un Tesoro...

Este día, cristiano, que te han dado,
y que es turbio y nublado
porque se muestra mortecino el sol,
¿Por qué dejas que todo te entristezca,
y no dejas que el alma se esclarezca
y se inunde de luz y de arrebol?

Estos días lluviosos y nublados,
di, ¿no los necesitan los sembrados?
Si se presenta el día borrascoso,
no se altere por eso tu reposo.
Deja que llueva fuera
cuanto le plazca o quiera.
No se abra tu boca
para inútil protesta y zaherirlo
y aun menos maldecirlo,
si es feo el día que vivir te toca.
Deja que ese paisaje de allá fuera
lo penetre la lluvia cuanto quiera.
Cuida que en el del alma, en este día,
ni la lluvia, las nubes o el granizo
de diabólico hechizo,
oscurezcan el sol de tu alegría.
Cuida como un tesoro
la paz de tus paisajes interiores
que vale más que todos los honores,
los títulos y el oro.
Cuida que nunca el vendaval del odio
te destroce las flores
fecundas y fragantes
que diligente cultivó tu amor,
y, sobre todo, aquellas
más alegres y bellas
para en ofrenda darlas al Señor.
Este sabrá premiarte
con el difícil arte
de mantener el sol de tu alegría
un día y otro día
radiante en tus paisajes interiores,
porque no será nunca
la turbonada del rencor capaz,
aunque sean terribles sus furores,
de descender a destrozar tus flores
y robarles la esencia de tu paz.

José A. del Valle