Cuarenta  Más

El día que cumplí los treinta años
lo pasé preocupado y descontento.
El miedo a la vejez sobre mi alma
dejé caer, y con su enorme peso
la rindió de tal modo,
que, aún hoy me inquieta su recuerdo
y a veces me pregunto:
¿Cómo fui tan imbécil y tan necio?

Hoy, que tengo setenta
y que son buena carga para el cuerpo...
¡cuarenta más! de la vejez me río
y me embargan la dicha y el contento.
Cuando treinta tenía,
mi nave era juguete de los vientos;
hoy, que cambié la ruta
y aferrado al timón voy rumbo al cielo,
le digo al alma: ¡Escucha!
No olvides que del triunfo está el secreto
en tener un epílogo brillante;
en ir hacia la muerte sonriendo,
sabiendo que no es muerte sino vida,
lo que ha de darnos Cristo con un beso.
No olvides, alma mía,
que tenemos que ser como el soneto:
que guarda su belleza y su mensaje
para el último verso.

José A. del Valle

S.Juan de Pto. Rico, 29 de Marzo de 1976