Libreta Segunda. Pág. 253 - Obra No. 131
Con unas décimas aconseja a un
joven la ciencia de la oración
para conocerse a sí mismo.

Consejo


Para mi sobrino Constantino Arango.
Si sigues este consejo
que aquí te doy, Constantino,
acertarás el camino,
y serás feliz, de viejo.


Constantino, estate atento
a lo que voy a decirte.
No empieces por sonreirte,
creyendo que esto es un cuento.
Yo sé que eres un portento
por tu clara inteligencia;
y como tengo experiencia
en el arte de enseñar,
quisiera, antes de marchar,
darte dósis de mi ciencia.

No es la ciencia que hoy en día
los "sabios y los doctores"
hablan de ella con loores,
y llaman mundología.
No; mi ciencia es poesía
del alma y del corazón.
La adorna la religión
con sus más bellos colores,
y la perfuman las flores
sagradas de la oración.

Esta ciencia la aprendí
viviendo ante Dios de hinojos,
y cerrando bien los ojos
para ver dentro de mí.
A todo el que lo haga así
y ponga en ello paciencia,
nutrirá su inteligencia
la ciencia de la humildad ;
y si "humildad es verdad"
tendrá la más alta ciencia.

Luego, para sabio hacerse
y en todo tiempo acertar,
debe el hombre comenzar,
sobrino, por conocerse.
Si conocerse es tenerse
ante Dios por poca cosa
su humildad en una rosa
su vida transformará,
y Dios con su amor la hará
santa, risueña y dichosa.

José A. del Valle
Villa San Tirso de Candamo.
Asturias
30/7/1960