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Libreta 6a. Pág. 171 - Obra No. 554
Silva enseñando el secreto de cómo
hacer para que no exista la rutina.

Diabólica Venda


Tras la diaria labor y cuando a casa
regresamos sudada la camisa,
aún más que del trabajo
nos solemos quejar de la rutina.
Y, ¿la rutina existe? Me pregunto.
¿Son iguales los días?
¿Ayer fue igual a hoy? No ciertamente;
que tuvieron facetas muy distintas.
Es que suele ocurrirnos
lo que a la mula que en la noria gira:
que una venda en los ojos
nos priva de la vista.
Una venda que impide que veamos
que el trabajo bien hecho dignifica.
Una venda que embota los sentidos
y nos vela el sentido de la vida,
que es de luchar tenaz con las pasiones
para lograr del cielo la conquista.
Una venda diabólica. ¿Su nombre?
Su nombre es Apatía.

Si la diaria labor la realizásemos
con el mismo entusiasmo que el artista
pone en la obra que forjó su mente;
si con el alma henchida de alegría
le diésemos la mano al que a nosotros,
porque nos necesita,
se acerca; si obsequiásemos
a todos con el don de la sonrisa;
si la luz del amor brillase en todos
los ojos de los hombres, ¡qué distintas
iban a resultarnos
la labor y la vida!
No habría quien gozoso no exclamase:
¡Es un mito perfecto la rutina!

José A. del Valle
S. Juan de Pto. Rico 13 de Oct. de 1976