¡Dificilísimo!

En la escuela de la vida
(dice Federico Amiel)
no hay arte más intrincado
que el arte de envejecer.
Que tiene razón el bardo,
por experiencia lo sé:
que no poco me ha costado
el llegar a la vejez.
Porque no es cuidar el cuerpo
sólo lo que hemos de hacer;
que es importante y preciso
cuidar del alma también.
Para aquel que en esta vida
su ideal es el placer,
pronto y sin trabajo alcanza
la meta de la vejez.
Pero para aquel que lucha
por ser hoy mejor que ayer;
para el que sabe que tiene
que presentarse ante Aquel
que le regaló la vida
y que con ella ha de hacer
el buen uso que le dicten
la fraternidad y el bien;
para aquel que cuida el alma
como se cuida un joyel
y la acendra y purifica
con el fuego del deber
porque desea adornarla
con una santa vejez,
¡qué difícil! ¡Qué difícil
le resulta envejecer!

José A. del Valle
San Juan de Puerto Rico, 9 de Nov. de 1976