Libreta 4a.  Pág.175 - Obra No. 384
En un Romance ve, el alivio que da el árbol al
caminante, como símbolo de los gozos de la
vida que aunque lícitos, nos harían perder
el rumbo de no usarlos con moderación.

Caminantes


Arbol que junto al camino
fruto y sombra ofreces juntos;
no sé qué será mejor,
si tu sombra o si tu fruto;
que el sol calcina mis sienes
mientras de sed me consumo.
Si me invitas con tu sombra,
más me invitas con el jugo
de esas pomas deliciosas
que entre tus hojas vislumbro.

Voy a aceptarte el envite:
voy a reposar un punto
bajo tu sombra amorosa,
tan sólo el tiempo en que acudo
a aplacar mi sed ardiente
con el néctar de tus frutos.

No ando errante, como tantos,
por los caminos del mundo.
Tengo trazada mi ruta;
tengo trazado mi rumbo
y ni en las postas me es dable
descansar por tiempo mucho,
ni a la derecha o la izquierda
puedo torcer ni un segundo.

Eres, (aunque eres buen árbol)
símbolo exacto del mundo:
Descanso y placer ofreces
y de ellos hago buen uso;
que está el peligro en la siesta
después de comer el fruto
con la avidez insaciable
del desorden y el abuso,
porque al despertar, a veces,
se suele olvidar el rumbo,
y de buenos caminantes
que fuimos, nuestro futuro
es tan incierto y errático
como el de los vagabundos.

Somos todos caminantes;
Dios es la meta y el punto.
¡Ay de aquellos que a la sombra
del árbol bello del mundo,
o se duermen, o se cansan,
o pierden de Dios el rumbo!

José A. del Valle
San Juan de Pto. Rico, 1o. De Sep. de 1969