Libreta Tercera  Pág. 33 - Obra No. 151
En un Romance y usando un símil en la figura
humana que describe la fuerza de la voluntad,
exorta al hombre ir a Dios y así complacerlo.

¡ Complácelo!


Hombre que lees mis versos:
observa bien tu silueta
y verás, no sin asombro,
que tiene forma de flecha.
Su aguda punta no es otra
que tu venerable testa;
y cuatro plumas la adornan,
que son tus brazos y piernas.
Mas, no es la figura sólo
lo que más nos interesa;
aunque los símbolos son
dignos de tenerse en cuenta,
ya que Dios habla por ellos
con magistral elocuencia.
Es que, a más de parecerlo,
eres, realmente, una flecha.
No; no sonrías dudando;
verás: la divina diestra
del Arquero omnipotente,
con paternal complacencia
te insertó en el arco augusto
de su voluntad excelsa
y...¡zas! te lanzó a la vida
haciendo de ti una flecha.
Quiso, cuando te lanzo,
que en el mismo blanco dieras;
y lo hizo bien: que, flechando,
su diestra es realmente diestra.
Ahora bien: dentro de ti
puso una fuerza secreta
que igual que te lleva al blanco
te lleva a diestra o siniestra,
pero que, en verdad, tú sólo
puedes ser el dueño de ella:
la libertad; que es, sin duda,
la más peligrosa fuerza.
Encáuzala siempre al blanco
feliz de la vida eterna;
que no es otro el que Dios quiere
que ganes en la carrera
lenta o rauda, corta o larga
de tu fugaz existencia.
Tienes que dar en el blanco.
Complace al Arquero, flecha,
que fue su amor paternal
el que dirigió su diestra
para que, acertando, fueses
fulgor de su gloria eterna.
¡Da en el blanco! ¡Da en el blanco!
¡Complace al Arquero, flecha!

José A. del Valle
Madrid 8 de Agosto de 1961