Si aquí mi voz levanto
en medio de esta sala, en esta fiesta,
no es mi trémula voz la que aquí vibra:
es la de estos graduandos; es la nuestra
que, como dulce canto
de armónicas cadencias,
que a nuestros juveniles corazones
inspirara, solícita, Atenea,
se levanta triunfal para expresarnos
de espontánea manera,
querida Directora
y estimadas maestras,
de nuestras almas cálidas
la gratitud excelsa.

Pasaron de las clases el bullicio;
ya en remanso de paz el alma queda;
la alegría del triunfo
no rompe esa quietud dulce y serena,
y es entonces que el alma,
como en un despertar de la floresta
en bello amanecer,
vibra, se esponja y ve la labor vuestra.
Ve con cuánto cariño nos regalan
vuestras almas excelsas,
con palabras henchidas de ternura,
de la ciencia y el arte la belleza.
Y ve también con qué cálido celo
ponéis por norma del Colegio el lema,
con cuyo influjo bienhechor y santo
forjáis nuestras conciencias.

Pidamos al Señor que a Puerto Rico
de su amor le dé pruebas,
regalándole forjas de las almas
de ejemplar calidad, como la nuestra.
¡Un Consuelo Escalona en cada pueblo
dale, Jesús, a nuestra amada tierra!

José A. del Valle, 
San Juan de Pto. Rico, Abril de 1975