Libreta primera  Pág. 63 - Obra No. 65
Poema de gratitud y reconocimiento a su
Educador y Maestro, el Sr. Pedro Freixas Pedrola;
Director del Colegio Luz Caballero en la Villa de Guanajay.  
Poema, al mismo tiempo, con propósito didáctico.

DESAGRAVIO


Poesía leida en el almuerzo-homenaje tributado
al Sr. Pedro Freixas  Pedrola, por sus discípulos,
en el Centro Progresista de Guanajay, Cuba,
el 25 de Mayo de 1955.

(Lector, publico este poema que, como verás,
está inspirado en un motivo personal, por
considerar que encierra conceptos capaces
de orientar en el orden moral a la juventud
estudiantil de hoy.)

¡Maestro! ¡Cuántos años
tus discípulos todos suspiramos
porque llegase tan glorioso día!
Y al fin llegó; llegó, y aquí lo estamos
disfrutando ante ti, con la alegría
con que se obsequia al padre venerable
que retorna al hogar tras largos años
de dolorosa ausencia;
aquí lo estamos
disfrutando ante ti, con la conciencia
desbordante de paz y de leticia,
porque a más del amor, noble maestro,
son de esta fiesta el estro,
la santa gratitud y la justicia.

¡La gratitud! La gratitud sublime
que salva y que redime;
esa tan rara flor como tan bella,
que surge de la vida en el invierno,
(aquí fue en el verano de la vida)
la gratitud, maestro, y sólo ella,
de este fruto de amor filial y tierno
en que quedó, tras años, convertida,
hoy viene a darte muestras;
y es justo, sí, que sea en esta Villa,
porque en ella tiraste la semilla
sobre las almas nuestras.

Sublime sembrador; Dios ha querido
que pudieses palpar, ya convertido
en abundante espiritual cosecha,
tu esfuerzo tesonero;
y hemos venido aquí, como exponente
de que tu esfuerzo ingente
no se inspiró jamás en el dinero.
Hemos venido aquí para decirte
que de la vida en la agitada sirte
tu voz admonitoria
es brújula y es faro que nos guía;
y que tiene vigencia todavía
para gloria de Dios, que es nuestra gloria.

¡Para gloria de Dios! ¡Sí! que tú fuiste,
como padre amoroso, el que le diste
el calor de la Iglesia a nuestras vidas;
tú fuiste el que prendiste
con el fuego de frases encendidas
esta llama de amor a Jesucristo
en que se queman estos corazones;
y si hoy a Dios el corazón rendimos,
es porque de tus labios aprendimos
de la Iglesia las santas oraciones.

¡Maestro! Cuántos años
suspiré por vivir este momento;
por confesar felices desengaños
y darle libertad al sentimiento.
Homenaje llamamos a esta fiesta
en que todo se apresta
para de amor rendirte vasallaje.
Fiesta de amor en realidad es esta,
que trocó nuestras almas en cordaje
y este rincón en celestial floresta
para cantar mejor en tu homenaje.

Homenaje de amor; eso ha querido
rendirte el corazón agradecido;
mas, yo, que tantos años
suspiré por vivir este momento,
quiero darle, además, otro sentido
que me está demandando el sentimiento.
Quiero decirte aquí, rectificando,
porque hacerlo es de sabio
o de quien tiene corazón y testa,
que para mi esta fiesta
es homenaje al par que desagravio.

Viene a mi mente ahora,
del recuerdo en las alas,
aquella fabulilla admonitora
de la levita sucia, polvorienta,
y carente de galas
y carente de brillo,
que indignada y brutal se revolvía
y sufrir no podía
las ásperas caricias del cepillo.

Cuántos que están aquí, como yo, fueron
levitas que quisieron
hacer su voluntad y su albedrío;
mas, tuvimos la suerte
de que dijo el cepillo en tono fuerte:
aquí no hay más criterio que es el mío.

Y porque fuiste así, puede la patria
contar con hombres que el deber adoran;
y, porque más en ellos hoy te acreces,
por el bien de sus hijos, ¡cuántas veces
otro Freixas añoran!

Y porque fuiste así, pudo mi Villa
grabar en los anales de su historia,
una página más para su gloria;
una página más de maravilla.
¡Sí! que el colegio aquel "Luz Caballero",
será imperecedero;
vivirá para siempre en la memoria
de esta Villa cordial, pues fue venero
de linfa tan preciada y prodigiosa,
que a pesar del tiempo en la distancia,
aún hoy aquí se escancia
cual bebida espumante y generosa.

Fue fragua en que forjaste corazones;
jardín en que se abrieron ilusiones
cual flores tempraneras
de tu palabra al riego;
crisol de fe que acrisoló conciencias,
al horno de las letras y las ciencias
y con tu buena voluntad por fuego.

¡Ay de nosotros si no hubieras sido,
lo que fuiste, maestro!
Por haber sido así, hoy eres estro
de tanto corazón agradecido.

José A. del Valle