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Libreta 4a.  Págs. 25 - Obra No. 293 –
En Décimas, promete a ambos sacerdotes
en su despedida y en nombre de todo el
grupo, seguir siendo fieles a sus enseñanzas.


Dos Nombres por Siempre Amados


Al Padre Chang y al Padre Ly,
en su despedida de Paterson.

Padre Chang, la musa mía,
por católica y piadosa,
siempre ha sido jubilosa;
se nutrió de la alegría.
Por eso la poesía
que en mí por ella ha fluído,
ignora del llanto el ruido;
que si es ruidoso el llorar,
jamás podrá ser cantar,
porque molesta el oido.

Pero es que en esta ocasión,
sin que rompa en rudo llanto,
sabe a tristeza mi canto
sin dejar de ser canción.
Y ha de serlo, por razón
de que, si bien es verdad
que el mar y su inmensidad
tienda de vos a alejarnos,
mucho más ha de estrecharnos
de Cristo la caridad.

Ella ha de obrar el portento,
porque vivimos en Dios,
de llevarnos hasta vos
en alas del pensamiento.
Ella, en la Misa, al momento
de la santa elevación,
en alas de la oración,
y a través de mil regiones,
pondrá nuestros corazones
junto a vuestro corazón.

Lo que de vos aprendimos
en la clase y en la Ultreya,
ha de ser Polar estrella
que, si su rumbo seguimos
y en estudiar persistimos
(como hacerlo prometemos)
no sólo os demostraremos
que somos fieles a vos,
sino que también a Dios
gloria y honor le daremos.

Gloria y honor que a la par
que sea una ofrenda nuestra,
habremos de hacerla vuestra
cuando estéis frente al altar.
Y Dios la habrá de aceptar
transformándonosla en dones;
entre mil varias razones,
por ésta: porque vos fuísteis
el que de Su amor supísteis
llenar nuestros corazones.

Este ardor de apostolado
que en nuestras almas sentimos
y para el cual hoy vivimos,
vos nos lo habéis inculcado.
Quedó en el alma sembrado
como una semilla santa;
y ya es hoy frondosa planta
bajo la cual el hispano
huyendo del mundo vano,
la gloria de Cristo canta.

Llora por el sembrador
el árbol que habéis plantado.
Pero no tengáis cuidado;
que seguirá la labor
vuestro colaborador:
el Padre Ly, cuyo celo
hará que vuestro desvelo
sea, Padre Chang, fecundo,
dándole un riego profundo
de amor y de afán de cielo.

El árbol no morirá.
Llorará vuestra partida,
pero su gloriosa vida
siempre fecunda será.
Que Cristo se encargará
de que la Iglesia, su esposa,
como ahora, laboriosa,
lo cuide, aunque al Padre Ly
lo manden salir de aquí
como a vos, para Formosa.

Desde aquí veréis los dos,
si así Dios lo determina,
como el buen árbol se empina
para la gloria de Dios.
De Cristo siguiendo en pos,
cumpliendo a cabalidad
la divina voluntad,
como buenos jardineros,
ornaréis vuestros senderos
con flores de santidad.

El árbol que queda aquí
tiene en su tronco, grabados,
dos nombres por siempre amados:
Padre Chang y Padre Ly.
La vida que tiene en sí
le dará al tronco expansión;
y en la misma proporción
han de crecer vuestros nombres
por el fervor de estos hombres,
de Cristo en el Corazón.

José A. del Valle
Filialmente en Cristo.




Libreta 4a. Pág. 31- Obra No. 294 –
También en Décimas vuelve a despedir a
los dos sacerdotes y les asegura que a la
distancia seguirán siendo, en el nuevo
apostolado, sus colaboradores por la oración.
En la web
Por Segunda Vez
Padre Chang y Padre Ly:
dice mi musa a mi oído
que ya os he despedido
con los versos que escribí
hace poco y que leí
una noche en una Ultreya.
Que la razón está en ella,
no se puede discutir;
pero insisto en escribir
por una razón muy bella.

Bella, a pesar de lo triste
que es siempre una despedida.
Quien dude, que se despida,
según una copla insiste.
Es triste porque se viste
siempre el rostro de dolor.
Pero es que aquí se hizo flor;
se hizo canto; se hizo estrella,
porque palpitan en ella
la gratitud y el amor.

Ellos, sin duda, serán,
a pesar de que mi musa
la repetición rehusa,
las musas que inspirarán
este canto y le darán
alegría, luz y vida
a esta final despedida.
La gratitud y el amor
se harán una eterna flor
después de vuestra partida.

Flor que, aunque eterna, será
porque ya en mí lo presiento,
en todos estos, portento:
porque fructificará.
Ese portento lo hará
la apostólica contienda
que vuestro ejército emprenda.
Ese fruto y esa flor,
han de ser ante el Señor,
nuestro afán y vuestra ofrenda.

No os detengáis, sembradores.
Seguid sembrando ideales,
seguid transformando eriales
en estos campos de flores.
Seguid dándole colores
al campo que atravesáis
Triste es pensar que os marcháis;
pero el gozo es más profundo,
viendo que pintáis el mundo
por donde quiera que váis.

¡El mundo!...debiera ser
un canto a Dios de alabanza,
y es hoy, perfidia, asechanza,
y el trono de Lucifer.
Por eso queréis hacer,
y de ello marcháis en pos
resueltamente los dos,
lo que pretendió San Pablo:
arrebatárselo al diablo
para entregárselo a Dios.

Jamás os desesperéis
si al comtemplar este mundo,
miráis con horror profundo
que sigue tal como véis.
¡Jamás! Mas, sé que tenéis
puesta en Dios vuestra esperanza.
Que en tempestad o en bonanza
El es quien os rige y guía
pues sabéis que el que confía
en Jesús, todo lo alcanza.

Además; estos que aquí
lamentan vuestra partida,
con el alma enardecida
hoy se despiden así:
Padre Chang y Padre Ly;
seremos con mil amores
vuestros colaboradores,
porque una oración haremos
de cada vez que gritemos:
¡De colores! ¡De colores!

Filialmente en Cristo,
José A. del Valle
Paterson 9 de Agosto de 1964