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Libreta 3a. Pág. 270 - Obra No. 262
Décimas en las que celebra la alegría
dejada por la contrición y la Confesión
en los Cursillistas.

A los Cursillistas del 10o. Cursillo de Newark


¡Cursillistas! ¡Bien-venidos!
Salísteis del mundo un día
huyendo de su alegría
torpe y de sus torpes ruidos,
y a él retornáis convertidos
de una manera cabal,
en hombres cuyo ideal
tiene por suprema meta,
una existencia repleta
de la vida espiritual.

Cristo con divina unción
dejó un beso en vuestras frentes
y os dio lágrimas ardientes
con que os lavó el corazón.
¡Sí! que os dio la contrición
con la que os arrodillasteis,
y si la gracia alcanzasteis,
fue por aquella humildad,
dolor y sinceridad
con que las culpas llorasteis.

Fue el cursillo una piscina
en la que al bañarse el alma,
volvió a recobrar la calma
de una existencia divina.
¿No os parece que una mina
lleváis en el corazón,
de amor, de fuego, de unción?
¿No os dan ganas de gritar:
¡mundo! acaba de dejar
tu senda de perdición?

Ese ardor de apostolado;
ese afán serio y profundo
de renovar nuestro mundo
es Dios quien os lo ha inculcado.
Cursillistas: no hay cuidado:
si Dios nos dio esos ardores,
la senda será de flores;
por ella iremos triunfando
y al mismo tiempo gritando:
¡De colores! ¡De colores!

Paterson, día de la clausura de dicho cursillo.