A Pintar

Monasterio de Tagaste;
porque la paz me brindaste,
vine a ti del mundo huyendo.
Y allá quedó con sus males
y sus torpes ideales
y sus riñas y su estruendo.

Tal parece que entré en ti.
No; Tagaste; no fue así:
con tus santas enseñanzas,
tu luz y tus esperanzas,
fuiste tú quien entró en mí.

De ti he logrado escuchar,
como Agustín cierto día,
el “Tolle lege” que haría
toda mi vida cambiar.

Al pronunciarlo, Tagaste,
de tal modo transformaste
mi ser, que ya puedo, al fin,
de Cristo en la luz ardiente,
bañar corazón y frente
igual que San Agustín.

Salgo de ti renovado
y en un apóstol trocado,
que se lanza a la conquista
para la Iglesia, del mundo,
dándole un cambio rotundo:
¡haciéndolo cursillista!

La táctica es muy sencilla:
usar cabeza; rodilla;
un pecho ardiendo en amores
por Cristo y nuestros hermanos,
y llevar siempre en las manos
colores y más colores.

Colores para pintar
nuestra vida, nuestro hogar,
nuestro pueblo, nuestro Estado,
la nación, el continente...
y así, progresivamente,
quedará el mundo pintado.  

Cursillistas: a pintar.
A pintar sin descansar;
que el mundo así se conquista.
Cuando lo hayamos pintado
del todo, habremos logrado
transformarlo en cursillista.