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Libreta 2a.  Pág. 99 - Obra No. 97
Poema alegórico de felicitación por el bien
hecho a Madruga, el pueblo que los alberga

A la Unión de Caballeros Católicos de Madruga,

en sus Bodas de Plata.


¡Unas Bodas de Plata!
Con cuánta rapidez labios y lengua,
lanzan tal frase al aire,
y el eco la repite y se la lleva.
El eco...y, ¿no os parece
que aún está en el ambiente y que resuena
el eco del solemne juramento
que a Dios prestásteis en la noche aquella?
Es que a veces el eco, hermanos míos,
es raudo cual saeta,
y se pierde al surgir, como una sombra
fantasmal y ligera;
y otras veces, hermanos, ¡cuántas veces!
Se transforma en recuerdo y se nos queda
cantando siempre en el hondón del alma
un canto de esperanza y de promesa.

Promesa, aceptación y juramento:
tres flores que al Señor, la noche aquella,
vinísteis a ofrecer como primicias
de una futura espiritual cosecha.
Tres flores que al Señor, llenos de un gozo
que alegraba la escena,
vinísteis a brindar cual simbolismo
de un alma que le rinde sus potencias

Porque vinísteis a ofrecerle flores
y la flor es del fruto la promesa,
mirad, hermanos míos el milagro
de una cosecha espiritual ubérrima:
el milagro de ver hechas ya frutos
aquellas flores de la noche aquella;
el milagro de ver cómo Madruga
arde en amor a Cristo y a su Iglesia,
y ruega a Dios porque la patria toda
rece con el fervor con que ella reza.

Que este milagro del amor a Cristo;
que esta fraterna espiritual escena,
la podamos vivir todos un día;
ese día sin término ni fecha,
en los amplios jardines de la gloria
celebrando las bodas sempiternas.