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Libreta 7a.  Págs. 91 – Obra No. 690
Poema Místico de un Pacto de Amor de su alma con
Jesús, en el que, al fundirse con Él, quedó su corazón
sediento de almas a semejanza del de Cristo.


Porque Quedó Mi Corazón Sediento


Tu Corazón y el mío, Jesucristo,
hoy firmaron un pacto
de eterno amor. Al contemplar la escena,
de júbilo los cielos se llenaron,
y entonaron los ángeles a coro
sus celestiales cánticos.
Tras estampar las firmas,
nos dimos un abrazo.
En él no sólo uniéronse los cuerpos;
también los corazones se abrazaron,
y, ¡oh gracia de tu Amor! Quedose el mío
con esa sed del tuyo por salvarnos
e inmerso en tal aurora
de albura celestial, que le ha dejado
ver tu dolor y Amor por redimirnos,
y ver también que mile de cristianos,
por su fiebre de lucro, no se dignan
recordar tu calvario.

Porque quedó mi corazón sediento
con esa sed del tuyo por salvarnos
después que, jubilosos,
nos dimos el abrazo,
al ver la ingratitud de tantos hombres
que se llaman cristianos,
que ni de Ti se acuerdan, ni se dignan
mirar hacia el Calvario,
con ese mismo amor con que nosotros
firmamos nuestro pacto,
enardecido por la sed, les grito:
¡Póstrense y bésenle los pies, ingratos!

José A. del Valle
Miami, 6 de Mayo de 1979