Libreta 3a. Pág. - Obra No. 142
Madrigal Místico y sublime
rematado con un Sexteto Lira
Me diste, ¡oh, Dios un alma
con la divina facultad de amar;
un alma en la que puedes albergarte,
puesto que en ella estás.
Un alma que te adora;
que no tiene otro anhelo que tu amor,
y que en medio del ruído de este mundo
sólo escucha tu voz.
Tu voz, que es el silencio
que llena a la insondable inmensidad,
que está en el alma nítida del niño
y en el fondo del mar.
¡Tu voz! ésa que escucho
cuando me entrego a férvida oración...
y que, porque es silencio, todo calla
del alma en derredor.
Tu voz, del alma mía
hizo un callado, dilatado mar,
en cuyo abismo se concentra el cielo
puesto que en él estás.
Ya pueden las tormentas
alterar de su espejo la quietud;
jamás han de turbar la paz del fondo:
porque en él estás Tú.
Ya pueden los turbiones
mundo, demonio y carne, rebramar.
La paz que llevo en el hondón del alma
no podrán arrancármela jamás,
porque Tú, buen Jesús estás en ella.
Tú: mi Bien y mi Paz.
José A. del Valle
Madrid, 1o. De Junio de l961
Día de Corpus Christi.
Madrigal Místico y sublime
rematado con un Sexteto Lira
Paz Interior
Olvido de lo creado;
recuerdo del Creador;
atención a lo interior,
y estarse amando al Amado.
(S. Juan de la Cruz)
Me diste, ¡oh, Dios un alma
con la divina facultad de amar;
un alma en la que puedes albergarte,
puesto que en ella estás.
Un alma que te adora;
que no tiene otro anhelo que tu amor,
y que en medio del ruído de este mundo
sólo escucha tu voz.
Tu voz, que es el silencio
que llena a la insondable inmensidad,
que está en el alma nítida del niño
y en el fondo del mar.
¡Tu voz! ésa que escucho
cuando me entrego a férvida oración...
y que, porque es silencio, todo calla
del alma en derredor.
Tu voz, del alma mía
hizo un callado, dilatado mar,
en cuyo abismo se concentra el cielo
puesto que en él estás.
Ya pueden las tormentas
alterar de su espejo la quietud;
jamás han de turbar la paz del fondo:
porque en él estás Tú.
Ya pueden los turbiones
mundo, demonio y carne, rebramar.
La paz que llevo en el hondón del alma
no podrán arrancármela jamás,
porque Tú, buen Jesús estás en ella.
Tú: mi Bien y mi Paz.
José A. del Valle
Madrid, 1o. De Junio de l961
Día de Corpus Christi.
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