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Libreta 8a. Pág. 157 – Obra No. 856
Silva, en la que se hace eco del canto que a Dios entona el
universo, pues sabe cuánto a Dios le agrada, aunque sin
comparación mucho más, la que él como hombre le entona

Dos Canciones


Yo sé muy bien, mi Dios, cuánto te agrada
que tu gloria la cante el universo.
La canción que te entona la galaxia
en su girar por el espacio inmenso,
la que hasta Ti levanta humildemente
la humilde flor que brota en el sendero
y que anhela la pise el caminante
porque sabe muy bien que al sufrir eso
perfuma su canción con más aroma
y se hace más ardiente pebetero.
La loa con que el mar perennemente
proclama tu grandeza, el sempiterno
rugir de la impetuosa catarata,
la canción ruda del rabión inquieto;
la que entona la brisa en los pinares
y que es de flauta musical remedo,
sé que te agradan todas y que en todas
tu excelsitud proclama el universo.
Pero también sé bien que más te agrada,
mucho más, Padre nuestro,
la que te entona el corazón del hombre
leal, filial, sincero,
no cantando tan solo tu grandeza
como lo hace el rústico universo:
¡Cantando de tu amor y tus bondades
al hontanar eterno!

Por eso sé, mi Dios, que más te agrada
de este mi humilde corazón sincero
la canción que a tu amor y a tus bondades
a Ti levanto con filial respeto,
que la loa que entona a tu grandeza
el rústico universo.

José a. del Valle
Miami, 14 de Sep. de 1983