Alegría de la Cruz

Quiero ir a Ti, Jesucristo,
por caminos de pureza.
Por el camino infalible
de tu sacrosanta Iglesia
que es el único camino
que lleva a la vida eterna.
Y quiero cerrar los ojos
para ofrecerte la prueba
no sólo de que del mundo
nada, en verdad, me interesa,
sino de que tengo en Ti
fe tan absoluta y ciega,
que sé, cual sé que eres Dios,
que si es tu amor quien me lleva
no podré temer jamás
ni a los charcos, ni a las piedras,
ni a las punzantes espinas
que pueda tener mi senda.
Sé, Jesús, que es cuesta arriba
y que eres Tú nuestra meta.

Sé que a fuerza de hostigarte
sin piedad la soldadesca,
al Gólgota al fin subiste
con cruz onerosa a cuestas
para dar, humildemente,
clavado y sangrando en ella
y expuesto a burlas y escarnio,
la vida por tus ovejas.

Sé que tengo que imitarte;
pero me dice tu Iglesia
que es el Gólgota montaña
de felicidad eterna
a pesar de lo que digan
los tantos que la contemplan
y sólo ven en la Cruz
simbolismo de la pena.
¡Ay, si supiesen, Jesús,
cuánta alegría hay en ella!
¡Ay, si recorrer quisiesen
la reparadora senda
de oración y sacrificio
que sólo al Gólgota lleva,
y al pie de tu Cruz llorasen
ingratitudes y ofensas,
la paz, ésa que Tú sólo
puedes dar aquí en la tierra,
hecha aurora de sus almas,
sería la santa senda,
por donde los llevarías
a las moradas eternas:
las que habrás de dar a aquellos
que por amarte de veras,
¡ni te olvidan, ni te ofenden,
ni te ocultan, ni te niegan!

José A. del Valle
Madrid, 20 de Junio de 1961