La Lámpara Prodigiosa

Olvido de lo creado;

recuerdo del Creador;

atención a lo interior,

y estarse amando al Amado.

(S. Juan de la Cruz)

Cerré de golpe la puerta;
cerré todas las ventanas;
sellé todas las rendijas...
y a oscuras quedó mi casa.
Probé a caminar por ella
pero trompicones daba.
"Vaya locura", gritaron
las moscas y las arañas.
Y respondí: ¿qué me importa
todo lo que afuera pasa?
Seguí caminando a oscuras
buscando a tientas la lámpara
con que se alumbró abuelita.
Yo sabía dónde estaba:
En el rincón más oculto
y escondido de mi estancia.
Pero es que también sabía
que hay que cerrar bien la casa
si queremos alumbrarnos
con tan prodigiosa lámpara.
Al fin logré dar con ella;
y Amor, que todo lo cambia,
le dio con su fuego vida,
y se iluminó mi estancia.
Y vi quién soy y quién es
el Huesped que me acompaña.
Y vi  también, ¡oh, prodigio!
lo malo que afuera pasa.
¡Oh, luz del amor de Dios!
¡Oh dulce y gloriosa llama
que en sol vivífico tornas
de la fe la santa lámpara!
Exclamé de gozo henchido;
y a pesar de que lloraba
y el llanto cerró mis ojos,
aún vi más clara mi estancia,
porque la luz reflejose
en el cristal de mis lágrimas.

José A. del Valle
Madrid, 27 de Mayo de 1961