El Alma A Su Esposo

Nada te pido, mi Amado,
que ya bastante me has dado
con darme vida, perdón
y darme tu Corazón.
¡Tu Corazón! Viva llama
de amor que en amor me inflama;
que no me quema; ¡frescura
me da que en santa locura
me trasforma la razón!

Nada merezco, mi Amado,
y sin embargo, empeñado
estás en dárteme y darme
con tu entrega, hasta colmarme,
de tu vida y de tu amor.
Y yo, toda ensimismada
en la visión de mi nada,
te prometo, de por vida,
de hinojos y agradecida...
¡besar tus llagas, Señor!

Miami, 11 de marzo de 1986