Lib. 5a. Pág. 76  -  Obra No. 424
Romance, en el que describe la cobardía de los apóstoles
transformada en valiente coraje el día de Pentecostés

Pentecostés

En el Cenáculo ocultos
y temblándoles el alma
por temor a que la plebe;
(aquella que aquella Pascua
pidió a gritos a Pilato
que a Cristo crucificara)
señalándoles pidiese
su ejecución inmediata
por ser colaboradores
de un reo que “blasfemaba”,
los discípulos de Cristo
están, y además aguardan
a que baje de los cielos
eso que es fuerza y es gracia
y es vida y amor y don
con que el cielo nos regala:
su Espíritu sacrosanto;
el lazo que a Dios nos ata.
Y...como atadas a Dios
quedaron aquellas almas
porque bajó de los cielos
el santo don que esperaban...
como es Dios el que está en ellos
y es Dios quien por ellos habla,
no la plebe; ni aun el mundo
con todas sus amenazas
los arredra y los disuade
de su misión sacrosanta.

Y...¡Vedlos! se han adueñado
de las calles y las plazas
dando del Crucificado
testimonio, con palabras
que son suspiros del cielo;
de Jesucristo las ansias:
punzantes y agudos dardos
que al penetar avasallan;
luz de amor que amor infunde;
mensajeras de la gracia
con que el Corazón de Cristo
quiere esclarecer las almas.

Hoy que celebra tu Iglesia
Jesucristo, la alborada
con que el Espíritu Santo,
(luz de amor que amor regala)
desparramó por el mundo
los raudales de tu gracia;
hoy, Jesús, que el mundo vive,
porque el odio lo avasalla,
de las horas de su historia
la más inquietante y trágica,
hoy, que tantos hombres necios
con la fuerza de las armas
quieren que aceptemos todos,
porque les da su real gana,
su diabólica doctrina
sólo en el odio inspirada
y sueñan...(pero, no hay miedo
porque de sueño no pasa)
esta fe que en Tí tenemos
arrancárnosla del alma,
hoy, por ellos y por todos
levanto a Ti mi plegaria.
Y sé que habrás de escucharme
porque la paloma blanca
del propio Espíritu Santo
te la llevará en sus alas.
“Haz un cenáculo, Cristo,
de nuestro valle de lágrimas.
Derrama sobre nosotros
de tu Espíritu la gracia
para que el bien, el amor
y la paz, sean el alba
que rasgue la densa noche
que viven hoy nuestras almas”.

José A. del Valle

San Juan de Puerto Rico, 22 de Mayo de 1972