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Libreta 8a. Pág. 170 – Obra No. 868
Romance en el que usando 2 muy buenas imágenes, ilustra
cómo usar, el gran regalo de Dios que son, nuestras pasiones

Seamos Buenos Marineros y Aurigas


No temas a tus pasiones;
si Dios las puso en tu alma,
fue por saber que han de serte
sumamente necesarias.
Las pasiones, como el viento
que impulsa en el mar la barca,
es una fuerza; una fuerza
que hay que saber gobernarla.
El viento que sobre el mar
ruge a veces y otras canta,
se gobierna con las velas
cuando están bien orientadas.
Si el marino las orienta
como la náutica manda,
nada teme porque sabe
que a puerto seguro marcha.

Las pasiones son corceles
sin los cuales no se avanza.
Necesitan buena rienda;
buena...y saber manejarla,
porque si no, se desbocan
se desbocan... ¡y nos matan!

¿De qué te sirven las velas,
marinero, de tu barca,
por mucho que el viento sople
si no sabes orientarlas?
¿De qué te sirven, auriga,
las riendas con que la marcha
de tus corceles dispones,
si no sabes manejarlas?

Dispón las velas, marino,
como debes, de tu barca,
para que arribes al puerto
de la paz y la bonanza,
y no caigas en el negro
e infernal de la desgracia.

Maneja con mano firme,
auriga, la rienda sacra
de tu voluntad; es ella
la que ha de regir la marcha
del carruaje de tu vida.
La meta que te señala
de Dios el dedo amoroso
¡ay de ti, si no la alcanzas!
¡Quedarás en el camino!
¡Caerás en una barranca!

José A. del Valle
Miami, 16 de Oct. de 1983