Escuchad por un momento,
hermanos en Jesucristo,
estos versos que mi musa
hoy inspirarme ha querido,
y que yo, con sumo gozo
os ofrezco y os recito
al abrigo de esta casa
que es de nuestra iglesia asilo,
y al rumor de estas palmeras
que entonan a Puerto Rico,
cuando la brisa las mece,
de gloria y de honor un himno,
porque el alma, el alma mía
también cantar ha querido
acompañando a las palmas,
éste nuestro regocijo;
esta fraternal escena
saturada de cariño;
éste fundirse las almas
al amor de Jesucristo.

Hermanos: ante la gloria
de esta tierra que bendigo
no sólo porque me ha dado
muestras de afecto y abrigo,
sino porque es de este mundo
providencial paraiso;
ante la gloria sublime
de mi amado Puerto Rico,
quiero dar sinceras gracias
de mi alma en lo más íntimo;
tanto a nuestro Cardenal
por su amoroso altruismo
de darnos para recreo
este alegre rinconcito,
este alegre rinconcito,
como al Rey de cielo y tierra,
Nuestro Señor Jesucristo
por habernos obsequiado
con este día magnífico.
Y también dártelas, Rafa,
porque dicen que tú has sido
el promotor de esta fiesta
saturada de cariño.

Es por eso mis hermanos,
que amorosamente os pido
un aplauso al Cardenal
a Rafa y a Jesucristo.

José del Valle

José A. del Valle, S. Juan de Pto. Rico Abril 27, 1975