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Libreta segunda. Pág.151 - Obra No. 112
Homenaje cantado con un simil, y en versos
de arte menor con rima libre y aconsonantada

A Monseñor Juan J. Lobato, en sus Bodas de Porcelana con la Iglesia.

Veinte abriles, Monseñor,
cortos como una mañana;
veinte abriles que se fueron...
mas, dejándoos en el alma
cual si fuese un surco abierto,
la lluvia de muchas lágrimas;
la angustia triste del pobre;
el dolor del que la parca
le arrancara un ser querido;
la duda cruel y pesada
del que buscando consejo
vino a vos, y allá en el alma
sintió que reverdecían
al son de vuestra palabra,
todas las hojas y frutos
del árbol de su esperanza.

Dolores, clamores, dudas,
angustias, pesares, lágrimas...
mas, no todo es amargura
lo que os cayera en el alma
que es jardín vuestra Parroquia
que cultiváis con el ansia
del que quiere para Cristo
y para su Madre amada,
hasta la flor más pequeña
de su más pequeña planta.
Por eso el sol tempranero
de risas y carcajadas
de niños que a vos se acercan,
os alegra la jornada.
Por eso el cariño tierno
de estos hijos; de estas almas
confiadas a vos por Cristo,
como una lluvia esperada
va aplacando un tanto el polvo
de la empinada montaña
que escalando día a día
vais con fatigosa marcha;
y va atenuando también,
como brisa fresca y sana,
el calor y los ardores
de vuestra tarde soleada.
Dolores, clamores, dudas,
angustias, pesares, lágrimas,
son vuestra habitual comida
Moseñor; mas, sazonada
con la sal de este cariño
por vos, que nos lleva el alma,
y con la pimienta alegre
de risas y carcajadas
de niños que ven en vos
de la gloria la esperanza.
Un manjar tan exquisito,
(a pesar de su amalgama)
bien merece ser servido
en vajilla extraordinaria.
Por eso ha querido el cielo;
para aplacar vuestras ansias,
que lo saboreaseis hoy
en plato de porcelana.

José A. del Valle