Home > Sus Poesías > Poesías de Ocasión > El Mejor Remedio
Lib. 5a. Pág. 113  -  Obra No. 433
Romance con ocasión de un
pasadía con la Parroquia


El  Mejor  Remedio

Y...¿Por qué estamos aquí,
bajo la comba del cielo
y en este ameno rincón
del suelo puertorriqueño
que es este anchuroso parque
de solaz y esparcimiento?
Pues, porque los que aquí estamos
estamos todos dispuestos
a no permitir jamás
que el maldito aburrimiento
nos ataque y nos arranque
eso que llevamos dentro
de nuestras almas cristianas:
la alegría y el contento.

Por eso, amigos queridos,
por eso y sólo por eso
se creó esta asociación
de solaz y de recreo.

Y... ¿me preguntais, amigos,
de qué modo venceremos
a ese monstruo abominable
que se llama aburrimiento?
La fórmula es muy sencilla;
aquí mismo está el remedio:
¿Veis este parque que tiene
dos canchas de balóncesto,
y, como si fuese poco,
un amplio campo de beisball?
Pues aquí la juventud
dando brincos y corriendo
(que así es como suele el joven
matar el aburrimiento)
mente sana en cuerpo sano
adquirirá, y con el tiempo,
por hacerse ciudadanos
dignos de honor y respeto,
tendrán a gloria que el mundo
les llame puertorriqueños.

Pero esta cuarta extensión
no solo cuenta con esto:
hay un parque junto al lago
que aunque es mucho más pequeño,
aquellas aguas tranquilas
que casi lo están ciñendo,
a los que de él disfrutamos
nos lo torna en barquichuelo.
Pero hay algo más, amigos:
otra barca: la de Pedro.
Esa que está frente al lago,
junto al parque, y que tenemos
los que a Jesucristo amamos
como infalible remedio
contra ese terrible mal
que se llama aburrimiento.
Esa iglesia acogedora
que con los brazos abiertos
como la Cruz en que un día
murió el Divino Maestro,
nos espera para darnos
la paz de Cristo en un beso.
¡Sí! Que el Autor de estos campos
hechos parques; y este cielo,
y ese lago, y ese Yunque
que desde aquí ver podemos.
Ese está allí, frente al lago,
y en la barca de San pedro.

Luego, si queremos todos:
los jóvenes y los viejos
pegarle un tiro en la nuca
al maldito aburrimiento.
Vayamos a Jesucristo;
que, no sólo es el remedio
para los males del mundo,
sino que con él podremos
realizar el gran milagro
de hacer de la tierra un cielo.

José A. del Valle
San Juan de P. Rico, 19 de Mayo de 1973